“… Él se lo tomaba con más calma, y en cuanto notó que Eli estaba totalmente entregada la propuso ir a casa. Durante el trayecto en el taxi él aprovechó para pasear sus dedos por los muslos de Eli hasta llegar a la entrepierna, estaba muy húmeda y no la importó lo más mínimo que empezara a masturbarla delante del taxista. Se sentía muy viva haciendo algo tan escandaloso, apenas la salían las palabras, aunque tampoco se atrevía a hablar mucho…¡cómo si el taxista fuera alguien que la pudiera reconocer! Por fin llegaron, ¡a casa de él! No tuvo tiempo de pensarlo mucho y la sorpresa fue aún mayor cuando abrió la puerta de su casa, tomó a Eli de la mano y la condujo hasta la habitación, allí estaba su amiga esperándolos, tendida en la cama sin más prenda que un escaso camisón azul más bien transparente, tocándose y mirándolos con deseo.-Por fin llegáis- …”
De niña siempre quise ser enfermera, y es a lo que me dedico, pero también me gustaba mucho leer y leía, leía, leía mucho. Compaginaba los libros, muchos, que siempre hubo en mi casa con los de la biblioteca. Precisamente en la biblioteca del instituto descubrí "Delta de Venus" de Anaïs Nin y de ella aprendí muchas cosas. Una fue que los diarios son una herramienta utilizada por muchas personas para transformar su mundo interior en palabras. Yo era una de ellas y no he dejado de hacerlo desde los 15 años. Otra, que hay personas que escriben sobre la sexualidad de forma elegante, que son capaces de transmitir sensaciones y emociones, que no siempre son buenas y que hay infinitos puntos de vista, y que encima lo hacen bien. Yo intento ser una de esas personas y, además, me lo tomo muy en serio.
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