Chocolate

«Le encantaban esos momentos de evasión en la cocina. Mientras el silencio inundaba la casa con su tranquila compañía, Eva había terminado de recoger la cocina y se disponía a preparar un Brownie. No era muy apasionada del chocolate pero disfrutaba mucho mientras cocinaba. Fue troceando las onzas y echándolas en el cazo con el fuego ya encendido y observando cómo se deshacían, añadió un poco de leche para que no se quemara el chocolate y comenzó a dar vueltas con las varillas. Lentamente el chocolate se fue deshaciendo y deslizándose entre las varillas, cuando adquirió la consistencia adecuada, añadió los huevos y el azúcar. Sin dejar de remover. El aroma que iba desprendiendo el chocolate al calentarse iba despertando el hambre en Eva. Mantequilla. Más cremoso todavía. Iban deshaciéndose los grumitos con el calor y mezclándose bien con el resto. Dejó las varillas un momento y fue a sacar el harina del cajón, mientas tomaba la medida exacta y sin poder evitar embadurnarse las manos de harina, se acordó de aquella escena en la cocina de esa película que tanto le gustaba. Miró de reojo la mesa y sonrió mientas se imaginaba tendida sobre ella con las manos llenas de harina y el resto del cuerpo cubierto de lengua ajena. Añadió harina y detrás la levadura, removió bien y sonrió satisfecha, ya estaba, sólo había que dejarlo reposar un poquito antes de poner los trocitos de nuez.

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Se encontraba tan ensimismada que no había reparado en que estaba siendo observada desde hacía unos minutos. Rober estaba apoyado en el quicio de la puerta, había despertado de su siesta y el aroma a chocolate le había conducido hasta la cocina. Eva no le había visto así que prefirió no hacer ruido y contemplar la vista de las nalgas de Eva apretándose dentro de la falda mientras se agachaba para coger harina del cajón. Se sacudió las manos llenas de harina dándose un pequeño azote. Rober se mordió el labio. Ella tenía el delantal bien ceñido a la cintura y los pechos parecían más erguidos de lo normal. Lo que sí estaba erguido ya era el calzoncillo de Rober, que aprisionaba una contundente erección dentro. Se frotó los ojos para comprobar si era real todo lo que veía en ese momento, o era el olor del chocolate el que había despertado ese apetito que creía ya perdido hacía tiempo. Ella notó su presencia por fin y fue removiendo la mezcla cada vez más lentamente mientras él la asía por las caderas y se pegaba a su culo para quedarse clavado entre las nalgas. Aspiró el aroma que desprendía, olfateaba y besaba a la vez suavemente su nuca. Se despegó y posó sus manos sobre las firmes nalgas a las que dio un seco azote. Ella rezongó y por un momento sintió la explosión de alegría del deseo concedido, ese instante en que supo que la esperaba una sesión de sexo salvaje. Rober volvió a pegarse al culo de Eva y agarrándola por la muñeca dominante hizo que soltara las varillas, metió después su dedo índice en la mezcla. Estaba cremosa y templada, sumergió bien el dedo y lo llevó a la boca de Eva, que succionó y lo relamió hasta que lo sacó casi limpio. Volvió a repetir la operación, pero esta vez no sacó el dedo del todo y volvió a meterlo dentro de la cálida boca de Eva, así una y otra vez. Dejó que ella se diera la vuelta y bajó la parte de arriba de su delantal. Besó su boca mientras desabrochaba los botones de la camisa y bajaba el sujetador. Sabía a chocolate caliente. Sumergió varios dedos en el chocolate y lo dejó gotear por los pechos de Eva, que para no quemarse se había incorporado y apoyado sobre la mesa en la que había fantaseado minutos antes. Lamió lentamente el chocolate derramado sobre ella, deteniéndose en los pezones que estaban duros y templados también, los imaginó como una tableta de chocolate negro a la que iba dando pequeños mordiscos…»

… ¿saldrá bien el postre?

5 comentarios sobre “Chocolate

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  1. Muy bien llevada la historia hasta ese chocolate con leche recién descubierto por Eva. Después del descanso vuelves con fuerza. Felicidades.

  2. Una escena muy sensorial. Se puede oler el chocolate y sentir su cremosidad, su templanza, en la piel.
    Has descrito muy bien el entorno, me había hecho una idea de la cocina antes incluso de ver la foto y de que mencionaras la película, así que desde el principio metes al lector en situación.
    ¡Felicitaciones!
    Un abrazo.

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