«Último día de trabajo, por fin comenzaban las merecidas vacaciones. Después de echarse una pequeña siesta Elena se había puesto esa misma tarde a organizar las cosas para irse de viaje al día siguiente a ser posible. La idea era que una vez que hicieran la maleta, coger el coche rumbo al norte, a recorrer las costas de Galicia y Asturias, pero sin planes previos, todo sobre la marcha, decidiendo día a día hacia donde se encaminarían.
Había mucha ropa que lavar y ya tenía una lavadora tendida que probablemente se hubiera secado. Había otra puesta y a punto de terminar así que fue hacia la cuerda a recoger la ropa que probablemente estuviera ya seca. La terraza estaba acristalada; la parte de abajo con cristal en relieve que dejaba pasar la luz pero que sólo dejaba adivinar la silueta de lo que había al otro lado, y la parte de arriba estaba formada por ventanas con cristales completamente lisos. La ropa ya estaba seca, hacía mucho calor y estaba ya más que tiesa. La terraza daba a un gran patio de vecinos con muchas terrazas, ventanas y pequeños patios traseros. No parecía haber ningún valiente asomado, normal, hacía demasiado calor a esa hora. Ni un ruido se percibía. Hacía tanto calor que Elena se sentía incluso un poco mareada, se había olvidado incluso de Luis, que no sabía que había estado haciendo mientras ella sesteaba y ahora se acercaba lentamente hacia ella, silencioso como un gato. Se pegó a su espalda y apartó la melena para besarla en el cuello, apretó sus húmedos labios contra su piel mientras la erección crecía entre sus piernas. Elena dejó caer una pinza al patio, con la otra mano tiró la camisa hacia dentro de la terraza. Había estado apunto de dejarla caer . Sólo llevaba puesta una camiseta vieja y unas bragas, y a través de la fina tela percibió sin problemas la ausencia de ropa de Luis, y la incipiente erección. Frotó el culo contra su polla para ponerla más dura todavía. Era divertido jugar en la terraza. Siempre había fantaseado con tener sexo al aire libre y esto era lo más cerca que había estado de hacerlo así que se excitó bastante. Se rozaron y frotaron un cuerpo contra el otro, compartiendo el calor mutuo. Él humedeció los dedos de su mano derecha y los introdujo lentamente en las bragas de Elena que abrió las piernas instintivamente. Estaba empapada y respondió a la estimulación con movimientos regulares de su culo que hacían que el miembro de Luis se rozara contra las nalgas enérgicamente. Ella tendía con una mano y con la otra empezó a masturbarle, era muy hábil aunque volvió a dejar caer otro par de pinzas más al patio. Luis tuvo una idea. Arrastró a Elena hacia la lavadora e hizo que se sentara encima, ella miró a través del cristal poniéndose nerviosa pero a la vez aumentó su excitación. Abrió las piernas instintivamente al ver la polla tiesa de Luis apuntando hacia ella, pero lo que él hizo fue bajarle las bragas, agacharse frente a ella y empezar a lamer la suave carne del interior de sus muslos. Sin pensarlo ella iba subiéndose la camiseta, aunque no se atrevía a dar el paso definitivo, no creía que hubiera ningún curioso, aun así se limitaba a jugar con sus pezones mientras Luis seguía con la faena ahí abajo. Siempre había disfrutado del sexo oral, y él lo daba muy bien, a veces la daba algún mordisquito que la hacía estremecer, movió el culo sobre la encendida lavadora y cerró los ojos para dejarse ir. Había llegado ya casi al orgasmo cuando él cesó, se puso de pie, la quitó la camiseta sin darla opción a pensar y la penetró de un sólo movimiento. Debía dejarse llevar por el placer, la tensión de ser observados, el no saber si alguien miraba y el vaivén de caderas que se acompasaba con los movimientos de la lavadora que empezaba a centrifugar. Sentía la vibración en las nalgas, por toda la piel, la electricidad parecía invadir cada rincón de sus entrañas al igual que Luis estaba dentro de ella. Ya no era dueña de su cuerpo, estaba a merced del placer y de Luis que había cogido sus piernas y las había posado sobre sus hombros, bien juntas, para aumentar así la fricción y la profundidad de la penetración…»
… ¿queréis vibrar con el resto de la historia?
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