Dos lenguas

Relato ganador del IV concurso de relatos eróticos «La boca erótica».

https://www.labocaerotica.com.es/

Qué sensación tan desagradable. Sentirme traicionada por alguien a qui estimo tant. En el fondo, siempre he pensado que Mireia me quería, aunque me soltara la mano cuando nos cruzábamos con alguien conocido, que era muy a menudo, ya que esto es muy pequeño.


Aunque no me gusta salir a comer sola, he acabado volviendo a este restaurante. Quizá haya sido porque ella tenía razón, que era
verdad que ese camarero me miraba demasiado. Y yo a él. Me sonrío porque llevo un tiempo pensando en ambos. Si ella hubiera
querido, le hubiera invitado a nuestra cama, ¿no hubiera sido todo más fácil? Me hubiera encantado sentir sus dos lenguas al mismo tiempo. Todas mis fantasías se acababan ahogando en la misma playa. Ella se había metido en la cama de otra, y ahora yo he tenido que venir aquí a comprobar que tenía razón. Y ya es el quinto día que lo hago.


El café debe estar mareado de tantas vueltas que le estoy dando. Tantas como las que solía dar Mireia hasta que me dejaba hacerle el amor. Con el camarero apenas he tenido que cruzar una mirada y algún gesto de entendimiento para encontrarnos escaleras abajo. Qué poderoso es el lenguaje no verbal, el segundo día conseguí un beso y al tercero ya comíamos del mismo plato. Mientras le pido la cuenta y sigo dando vueltas con la cuchara, su acento rasga las cuerdas vocales como si fueran las de un arpa. No sé ni lo que me dice, no soy capaz de escuchar, pero ha conseguido que tenga de nuevo los pezones duros y ría como si estuviera ida.


Na Mireia no és freda, encara que sembli que tingui el cor ple de pedres. Si va aconseguir follar-me la ment com ningú! La primera vegada que la vaig veure ja em va fer tremolar. Té una manera de parlar que fa que s’adormi un dels meus hemisferis i s’agiti l’altre. És com si introduís els seus dits entre ses cissures i estimulés tota l’electricitat que fa despertar increïbles sensacions en el meu cos. Ella em xerra en menorquí, m’ha arribat tant a dins que ha aconseguit que pensi en ella en aquesta llengua.


Pero todo pasa. Anoche, mientras daba un paseo por la playa, me di cuenta de que hay cosas que no se detienen. Aunque creas tu mundo se para o incluso que marcha en retroceso, en el fondo, todo sigue hacia delante. Las criaturas nocturnas despiertan e inician su rutina, el manto de estrellas cambia al son del baile de la Tierra y el mar se aleja y se aproxima a la orilla.

Voy dando sorbitos al café mirando a una chica que baja ahora las escaleras. Camina apoyada en una muleta y tiene los ojos vidriosos. Pienso en lo fácil y rápido que puede girar todo en otra dirección. Podría bajar y caerse y acabar necesitando otra muleta, o podría pasarle lo que me ha pasado a mí, que he tenido que subir las escaleras tambaleándome, pegada a la pared para disimular y evitar escorarme de un lado a otro. Aún me quedan latigazos del orgasmo. Intuyo que las agujetas me durarán unos días. Espero que me tengan distraída mientras amaina el dolor de la pérdida. Penso en ella per veure si fer-ho em restableix l’equilibri.


Evoco la dolçor dels seus petons, l’admiració que ens tenim mútuament, però de cap manera em fa sentir el que sento a la sala dels miralls, com jo la crido.


Res.


Y es que, en el uso mudo de la lengua, he descubierto que existen otro tipo de capacidades y de bastante consideración. Resulta que el camarero tiene la habilidad de pintar mi nombre con la punta sin levantar el pincel del lienzo, remojándolo solo una vez.
Hacía ya tiempo de la última, pero no me he olvidado de cómo se come una polla. Me gusta dar placer a otro sintiendo que el
tiempo se detiene. Realmente disfruto haciéndolo, escuchando cómo habla el otro cuerpo y dejándome guiar. Con mis labios, con
mi lengua, a veces con mis manos y sobre todo con mis ojos y mis orejas. Una buena faena oral resulta un fiasco ni no sabes escuchar. Estaba muerta de curiosidad por ver cómo mi cara se desencajaba en el espejo. Por eso mantuve los ojos abiertos cuando hizo que me apoyara sobre los lavabos y me agarró las nalgas con ambas manos, hundiendo las yemas de los dedos en la carne. Me mordía el cuello y lo chupaba mientras yo me impregnaba de su olor a sudor. Si hubiera estado en otro lugar, hubiera lamido su piel sudada. Nuestros ojos se miraron a través del cristal, nuestras bocas mojadas se encontraron brevemente y arañó mi mejilla con su barba corta. Me dio un azote con la mano izquierda y echó su cuerpo hacia atrás. No había terminado de comerme. Entró en la boca del lobo. Hasta la sala parecía más oscura. Era un placer lineal, pero de cotas muy elevadas, como una gran meseta, muy difícil de explicar. Cada vez deseaba más tenerle dentro de mí.


Un portazo nos interrumpió.

—Tranquila, es el viento — sopló en mi oído, apartándome el pelo. Me desinflé.


Me di la vuelta dejando que la falda volviera a su sitio. Allí estaba, quieto, mirándome como si no tuviera nada que perder, con
los pantalones por las rodillas y el delantal colgado de un hombro. Por un momento le vi ridículo, indefenso y desubicado…, y como yo no contemplaba la posibilidad de que una retirada me dejara a medias, le cogí de la mano y le aparté de los espejos para
encerrarle detrás de una puerta y sentarme encima suyo. Por fin estábamos frente a frente, con los ojos a la misma altura. Antes de
salir y dejarme allí, se despidió con un «¿hasta mañana?», así que engullí la pena y me tragué todo lo demás mientras asentía con la cabeza.


Mireia me seducía a hurtadillas y él me ha comido delante de un espejo. Viéndome. Viéndonos. Sentirme tan expuesta me ha
excitado mucho. ¿Será porque es justo lo opuesto a lo que hacía ella escondiéndome? Esta mañana aún me preguntaba si regresaría y ahora me he dado cuenta de que soy yo la que no quiere volver. Voy a dejar atrás muchas de las cosas que he vivido en estos meses pero, eso sí, con el bilingüismo sí me voy a quedar.

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